El Agua en Colombia
Teniendo en cuenta la situación actual del país y las tendencias en
relación con la oferta y la demanda de agua, las regiones Andina y Caribe son
las más vulnerables. La tendencia es al incremento de la vulnerabilidad actual
y a la aparición cada vez de nuevas áreas con índices críticos, por cuanto los
procesos de deterioro por contaminación o disminución de la oferta por
afectación del ciclo y un aumento constante en la demanda se mantendrán en el
mediano plazo.
Sobre la base del modelo actual de oferta y demanda de alimentos y agua,
si persisten las actuales políticas sobre el agua, a los productores agrícolas
les va a resultar realmente difícil poder satisfacer las necesidades
alimentarias. El efecto más duro lo sufrirán los más pobres. Si se siguen
desatendiendo las inversiones y las políticas vinculadas al agua, se generará
una grave crisis en el suministro de esta, que a su vez llevará a una crisis en
el suministro de alimentos. De nada sirve tener políticas, técnicas y
tecnologías para ahorrar agua si las mismas no se llevan a la práctica. Cuando
los incentivos y las instituciones no son apropiados, con frecuencia impiden un
uso eficaz del agua13.
El agua es parte esencial de la naturaleza, y su conservación para
asegurar los ciclos naturales que garantice la supervivencia de los ecosistemas y
de las plantas y animales, y a su vez los ecosistemas ayudan a regular la
cantidad y la calidad del agua, debe ser una prioridad nacional, concentrando
esfuerzos en las estrellas hidrográficas del país como el Macizo Colombiano, el
Nudo de los Pastos, el Nevado del Huila, el Nevado del Ruiz, el Páramo de
Sonsón, Tatamá, la Serranía de los Yariguies, la Sierra Nevada de Santa Marta,
los Farallones del Citará, entre otros. También es necesario concentrarse en el
manejo y conservación de los humedales a lo largo y ancho del país, ellos
almacenan agua durante las lluvias, la liberan en los ríos y recargan el agua
subterránea, además de muchos otros servicios ambientales fundamentales para la
naturaleza misma y para la sociedad colombiana.
La
contaminación del agua, un factor de escasez
La tragedia del río Magdalena
La tragedia del río Magdalena
El río Magdalena tiene una extensión de 1.540 kilómetros. En esta cuenca
se asientan 73 municipios, y en su área de influencia más de 700 poblaciones en
jurisdicción de 18 departamentos. De acuerdo con los datos presentados por
IDEAM tanto en su reporte “Informe anual sobre el estado del medio ambiente y
los recursos
naturales renovables en Colombia 2004” como del “Perfil del
estado de los recursos naturales y del medio ambiente en Colombia 2001 SIAC
Tomo 3”, en el río de la Magdalena se presentan valores normales en indicadores
tales como la DBO, DQO y el oxígeno disuelto, en parte debido a los grandes
volúmenes de agua y la alta velocidad de su curso, lo que permite diluir los
contaminantes orgánicos que recibe.
Sin embargo, al río Magdalena desaguan los ríos más contaminados del
país. El río Bogotá recibe los contaminantes orgánicos y de metales pesados de
la industria de curtiembres en Villapinzón, luego recibe las aguas de los
municipios de la Sabana y de Bogotá en donde recibe cargas orgánicas cercanas a
135 mg/lt. El río Chicamocha recibe los lixiviados de la industria en la parte
alta, es además fuente receptora de vertimientos de industrias floricultoras y
productos lácteos.
El río Cauca en el Departamento del Valle del Cauca presenta un tramo
crítico que va desde Puerto Isaac (Yumbo) hasta Mediacanoa (Yotoco). En este
tramo el río recibe los impactos del área del Departamento que concentra las
actividades económicas más relevantes: zona industrial Cali –Yumbo–,
agroindustria de la caña y el mayor volumen de población correspondiente a la
ciudad de Santiago de Cali y su región metropolitana. Varios tributarios del
río Cauca tales como los ríos Yumbo, Cali, Amaime, La Paila, Guachal y Jamundí
presentan tramos críticos por niveles bajos de oxígeno disuelto. A partir de
allí, recibe las aguas del río La Vieja, el San Juan en Antioquia y más abajo
las del Porce que trae las aguas contaminadas del Medellín para luego
desembocar al Magdalena. Otro cauce que presenta niveles altos de contaminación
es el San Jorge que recibe todos los sólidos de la minería, al igual que los
residuos de mercurio y cianuro en la minaría del oro.
Pero el mayor problema de la contaminación del río se expresa en las
zonas bajas de la depresión Momposina y la Ciénaga Grande de Santa Marta donde
se han encontrado incrementos progresivos en los niveles, de por sí muy altos,
de metales pesados (aguas, sedimentos y organismos) tales como cadmio, cobre,
zinc. El impacto de esta contaminación se da en la salud de las personas que
consumen el agua o los recursos hidrobiológicos provenientes de estos ecosistemas. Es
un envenenamiento silencioso, muy lento pero letal. Además los sistemas de
salud difícilmente relacionan las enfermedades con este tipo de causas.
El 74% de la cuenca del río Magdalena está intensamente intervenida;
prácticamente toda la región del Magdalena Medio está deforestada y la mitad
del bosque del Macizo Colombiano donde nace el río ha sido talada. El río
recibe 3,8 millones de galones de plaguicidas al año, además de la enorme
cantidad de residuos tóxicos de las refinerías de petróleo, de la industria y
de la minería. Esta situación ha causado la extinción de muchas especies de
animales terrestres y acuáticas (peces, reptiles). Las estadísticas de pesca
muestran que mientras en 1970 se registraron 72 mil toneladas de pescado, en
1998 se extrajeron sólo 7.562 (la décima parte), como resultado del desarrollo
agrícola, urbano e industrial, la contaminación y de la deforestación en la
cuenca del río.
En su tránsito desde la cordillera de los Andes al mar Caribe, recibe
diariamente unas 200 toneladas de residuos domésticos, según el Ministerio de
Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. La cuenca del río Magdalena
presenta una tasa de erosión de 330 toneladas de suelo por hectárea al año,
según el Departamento Nacional de Planeación, y una elevada carga de
sedimentos; la navegabilidad del río también se ha lesionado. Adicionalmente,
el régimen de lluvias ha cambiado por la deforestación y por planes de
ordenamiento territorial irracionales, según expertos.
La colonización en la cuenca y el inadecuado uso de la tierra,
especialmente en las tres últimas décadas, ha destruido más de 3,5 millones de
hectáreas de bosque, que representan cerna del 50% del bosque originario.
Especialmente la ganadería en la zona Andina, ha convertido en pastizales miles
de hectáreas de bosque, afectando la estabilidad de los suelos, ha incrementado
los procesos de erosión y ha alterando la dinámica del río. El caso del río
Bogotá, uno de los afluentes del río Magdalena, es muy crítico, puesto que se
ha convertido en una alcantarilla a cielo abierto. Este río tiene una extensión
de 380 kilómetros; allí se localizan 41 poblaciones, incluida Bogotá. Al pasar
por la cuenca alta, el río Bogotá recibe contaminantes como: cromo, sulfuros,
sangre y excrementos de las curtiembres y los mataderos. En su paso por la
capital del país recibe 442 toneladas diarias de desechos, 89 kilogramos de
plomo, 5,2 toneladas de detergentes y 1.473 toneladas de sólidos, además de
mercurio y cadmio.
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